Las estadísticas muestran cifras alarmantes en el índice de delincuencia juvenil y de deserción escolar entre los jóvenes inmigrantes hispanos. Sin embargo, el estudiante inmigrante es, más bien, una víctima de esta situación. No siempre tiene acceso a todas las oportunidades que la Constitución de EEUU promulga y que el sistema educativo dice ofrecer a cada niño a nivel nacional, especialmente los que carecen de un estatus migratorio legal.