Cuenta la historia que los jóvenes incas aprendían de los amautas o sabios todos los secretos para llegar a ser en el mañana gobernantes, guerreros o sacerdotes, y que los "quipucamayoc", personas encargadas de fabricarlos "quipu" (sogas o cordones donde se hacían nudos de distintos tamaños y colores para anotar acontecimientos), mantenían al pueblo incaico informado sobre asuntos de algún mandatario del pasado, contabilidad, censos y otras noticias de interés para la comunidad. Así, los habitantes del Imperio del Sol, desde la sabiduría del amauta proyectaban a sus futuros líderes y orientadores espirituales, y resguardaban su pasado y su presente mediante la estrategia del hacedor -escritor- de nudos en sus cordones del recuerdo. De tal suerte que fue la memoria el hilo conductor de su arquitectura del porvenir y de su esmerada caligrafía con ese alfabeto de nudos y colores que perpetuó el verdadero arco iris de los sucesos de la propia historia.