No hay hombre sin juego, ni juego sin hombre. El juego es aquella dimensión del hombre que lo transporta a un mundo diferente, con otras reglas, en el que todo, o casi todo, es posible, y en donde la esencia de cada uno surge a la luz sin máscaras ni caretas; es un sueño-realidad, en el que todo se transforma según nuestro deseo remontándonos a lo más profundo de nuestro ser. Quizá por ello, aunque el desarrollo lúdico en los humanos se ve influenciado por los diversos ambientes físicos y culturales, existen elementos comunes prácticamente a todas sus expresiones.