De una manera sutil y otras veces de una manera descarada, se ha abierto paso una nueva imagen, una nueva concepción del maestro como "operador educativo" de un servicio social cuyo enfoque neoliberal altamente administrativo, funcional al mercado y al control estatal, tiene profundas y desastrosas consecuencias para una tradición cultural que históricamente lo ha constituido como trabajador de la cultura, sujeto de un saber pedagógico, formador en valores y comprometido con la trasformación social y la constitución