Resumen | A lo largo de este trabajo se ofrece una visión de la felicidad y del bienestar como un proceso, como algo a construir a través de una dinámica de desarrollo y crecimiento personal que conduzca, a través del autoconocimiento, a ser más equilibrados, serenos y capaces de disfrutar de lo que hacemos y de lo que vivimos. Analizamos qué es para nosotros la felicidad, insistiendo en que ésta no consiste en tenerlo todo, o en no tener problemas ni dificultades; que, en definitiva, no reside en el exterior sino que está en nuestro interior, resaltando que es posible conquistarla. Situándonos en la perspectiva de la psicología humanista, la conectamos con la psicología positiva, cuyos orígenes se remontan a aquella, y hacemos una breve revisión del concepto de felicidad a través de diferentes autores, representantes de la psicología humanista. Finalmente, terminamos centrándonos en la perspectiva de Personalidad y Relaciones Humanas (PRH), muy cercana a la visión rogeriana. Para Personalidad y Relaciones Humanas la felicidad se puede ir conquistando poco a poco, estando muy ligada a un proceso de crecimiento interior que conduzca a la persona a ser cada vez más ella misma, desplegando todas sus potencialidades; a no vivir pendiente del éxito social o del parecer; a lograr tener el poder sobre su propia vida, sintiéndose cada vez más libre de las ataduras externas e internas; al sentido de la propia existencia, etc. Por ello, analizamos también en qué consiste crecer y qué es lo que favorece y dificulta este proceso de crecimiento interior. Situados en esta perspectiva, defendemos que la felicidad y el optimismo ante la vida es algo que no se adquiere porque sí, o sólo porque queremos. Requiere de un profundo y prolongado trabajo interior, para conocer nuestras potencialidades y límites y poder actualizarlas y ayudar a que crezcan en nuestra vida y relaciones. Pero, para crecer en libertad, alegría, optimismo, capacidad de amar, paciencia, bondad, lucidez, sabiduría, apertura a la vida, etc., frecuentemente es necesario hacer un trabajo de curación de las heridas de la sensibilidad, que impiden a la persona actualizar lo que es y ser feliz. Además, es imprescindible llevar a cabo un proceso de reeducación para transformar actitudes y formas de funcionar, adquiridas a lo largo del proceso de desarrollo, que hacen daño a la persona, impidiéndole ser ella misma y feliz.
Afirmamos que este proceso de crecimiento y desarrollo personal, muchas veces requiere de una ayuda que permita a la persona ser consciente de sí misma y de lo que le dificulta ser feliz, para caminar poco a poco en la dirección de su propia realización y felicidad. A pesar de esto, proponemos algunas ideas para ser felices y que es posible llevar a nuestra vida, como vivir el presente, centrarnos en lo positivo, disfrutar de las pequeñas cosas, etc. Finalmente, vemos necesario que las personas que trabajan ayudando a otros a crecer (educadores, pedagogos, psicopedagogos, psicólogos, etc.) hagan un trabajo de crecimiento y transformación interior, de avanzar en llegar a ser cada vez más ellos mismos, de construir su propia felicidad para así poder ayudar a otros a construirla, puesto que "no podemos llevar a nadie hasta donde nosotros mismos no hemos llegado". Nos centramos en la formación de educadores y psicopedagogos, proponiendo algunos elementos fundamentales para su formación universitaria, así como una posible metodología a utilizar. Finalmente, señalamos la utilidad de seguir una formación personal intensa, de corte humanista. Proponemos PRH, como un modelo entre otros, que entiende la formación personal como un proceso de autodescubrimiento guiado a través de múltiples medios, como los cursos, los grupos de acompañamiento, el análisis escrito o la relación de ayuda. Ésta es una seña distintiva con relación a otros accesos, en los que la única vía de formación y curación es la relación terapéutica. Por último, analizamos brevemente los tipos de relación de ayuda y las principales etapas y características de la misma, así como los dos requisitos fundamentales que se requiere en la persona que ayuda: 1) una forma de hacer, unas técnicas y una forma de ser, y 2) unas actitudes, que son aplicables a la relación educativa y a cualquier tipo de relación.
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