La tarde del 21 de noviembre de 1811 dos pistoletazos violaron la calma de la isla de los "pavos reales" (Pfauneninsel) en el Wannsee, a las afueras de Berlín. Heinrich von Kleist había disparado con su consentimiento sobre su amiga Adolfine-Henriette Vogel, quien al parecer sufría un cáncer terminal, y después se había suicidado él mismo. En el epitafio de su tumba se puede leer: "Nun, o Unsterblichkeit, bist du ganz mein" ("Por fin, oh, inmortalidad, eres toda mía"), una frase sacada de su obra patriótica El príncipe von Homburg, y que tiene una mortificante resonancia romántica.