El presente artículo discute el tránsito entre la unidad de análisis utilizada por Piaget en su teoría de las operaciones del pensamiento, pasando por las teorías-en-acción de Inhelder, hasta las herramientas cognitivas-científicas, reconociendo que el niño pequeño utiliza de forma espontánea una racionalidad mejorante en el contexto de la solución de problemas dentro de una arquitectura medio-fin. Se destaca cómo cambian las preguntas y los marcos epistémicos para estudiar al niño, desbloqueando la cognición de una mirada parcial y fracturada que lo sombreaba, sin dejar ver sus verdaderos funcionamientos, coordinación de acciones y construcción de representaciones audaces. Se recurre a algunos hitos investigativos de la escuela de Ginebra y a sus ulteriores seguidores posinhelderianos. En consecuencia, el niño se piensa como un sujeto que hace inferencias al reconocer incongruencias e incompatibilidades, completando y mejorando la realidad que constituye su contexto cultural.