Se condujeron dos experimentos en una Universidad en la cual díadas de estudiantes participaron en una simulación de cazadores que debían compartir su presa para mantener la adaptabilidad diádica (grupal). El compartir era una contingencia conductual entrelazada que contribuía a la supervivencia de la diádica, conceptualizada como un monoclón de cacería (Harris, 1964). La simulación incluyó seis temporadas de caza consecutivas en las cuales la variable antecedente de la escasez de presas fue manipulada como variable independiente. Los resultados del primer experimento no mostraron diferencias en la adaptabilidad diádica como función de la escasez de presas. En el segundo experimento, la diferencia entre condiciones de pobreza y riqueza se aumentó. En las condiciones de riqueza, todas las idas se desempeñaron de forma similar a las del primer experimento. Sin embargo, en las condiciones de sucesiva pobreza, las díadas comenzaron menos adaptadas pero aumentaron su adaptabilidad progresivamente. De este modo, compartir contingencias entrelazadas fue más difícil en condiciones menos significativas de escasez, pero las mismas se hicieron más frecuentes con el tiempo. El experimento se discute a la luz de la visión de Skinner (1981) sobre la evolución cultural, la taxonomía de cosas culturales de Harris (1964) y la formulación de metacontingencias de Glenn (1988, 2004)