Es posible que a algunos ya se les haya olvidado que hace 20 años nació la Constitución Política de 1991 y que nos rige actualmente, que en sus contenidos es prolija en derechos fundamentales como ninguna, que precisamente por ello ha sufrido el ataque aleve de sectores sociales, políticos y gobernantes de talante y posiciones retardatarias, lo que ha conllevado -como era de esperarse en una sociedad como la nuestra: despolitizada atrasada, clientelizada y en la cual un buen porcentaje de sus integrantes se debate en la miseria y la pobreza-, a que precisamente los enemigos del espíritu y propósitos democráticos de la Carta del año 1991 pretendieran por todas las vías socavar sus cimientos, desgastarla, desprestigiarla y frenar su aplicabilidad.