La tasa de homicidios ha aumentado, la violencia intrafamiliar se ha duplicado, la transparencia y eficiencia en el manejo del fisco público causa vergüenza y la pedagogía ya no es una prioridad. Quizás hemos olvidado ese acuerdo público entre ciudadanía y administración, porque hemos bajado la exigencia frente a la cultura de la legalidad, el respeto a la vida y a los recursos públicos que son sagrados.