EL artículo propone explorar las implicaciones y prospectivas de tendencias que postulan formas de considerar la manifestación simbólica del cuerpo en su afán por liberarlo, por desplegarlo como potencia de sujetos que lo consideran un territorio, una geografía y un campo de acción. Se recurre entonces a la pornografía como lugar legítimo de análisis cultural y político desde una postura decolonial. Lo pospornográfico aparece así en la última década como lugar expresivo de respuesta a un proyecto que domina el deseo, y que instaura en baja intensidad las formas y estructuras de las sexualidades en un marco económico y cultural.