Ante las críticas insistentes a la distinción entre el empirismo y el racionalismo, se han propuesto alternativas para comprender de manera más adecuada el quehacer de los filósofos modernos. Entre ellas está la distinción entre filosofía especulativa y experimental. Intentaré evaluar la validez de esta distinción para la filosofía moral experimental del siglo XVIII y, en particular, para la propuesta de Hume. Mostraré que si la distinción se entiende en términos excluyentes, resulta inapropiada porque el mismo Hume plan-tea que la especulación es lo que define a la filosofía. Además, antes que considerarlas como excluyentes, el filósofo escocés propone una conciliación entre la práctica de la experimentación y la teorización. Por último, sostendré que aquello que Hume considera como “falsa filosofía” no puede entenderse como sinónimo de filosofía especulativa.