España parece no darse cuenta de las nuevas oportunidades de jugar un papel realmente importante en América Latina por primera vez desde la independencia en el proceso histórico de consolidar una democracia latinoamericana basada en el desarrollo económico y social. En efecto, España sigue prisionera de los vicios del pasado franquista, la subordinación a los intereses norteamericanos en Latinoamérica y un hispano-centrismo exagerado. Para determinar en que debe consistir la función de ser puente, el autor responde a las siguientes preguntas, que quiere Europa en América Latina, a qué tipo de relación aspira, que quiere América Latina de Europa, que vínculos desea con el viejo continente y que puede hacer España para acercar la relación de las aspiraciones y deseos mutuos de Europa y América Latina.
