“Es triste tener que dejar la patria porque en la patria no hay un orden justo donde puedan encontrar trabajo” (Mons. Romero, 3-IX-1978). En este artículo, se trata de hacer conciencia de que el sufrimiento de los transmigrantes no es simplemente el problema del sector humano que emprende la aventura de establecerse en un país distinto del propio. Al contrario, es un problema de humanidad que involucra tanto a los países de salida como a los de llegada, así como a los de paso. En el caso centroamericano se quieren resaltar especialmente los problemas de la transmigración por México, que tiene características muy especiales, y se quiere insistir en las responsabilidades éticas y humanitarias de nuestras sociedades, ante lo que se ha convertido en un drama humano silencioso, con una fuerte incidencia en la cultura tradicional. Las implicaciones en el campo de los derechos humanos, de las tradiciones religiosas y de los valores solidarios, en muchos aspectos ocultas, tratan de ponerse de relieve en las páginas siguientes.
