El presente ensayo no tiene estructura, ni hilo visible, ni plan de batalla. Los elementos que los constituyen son anécdotas, fragmentos de poesía, antiguos retazos de sabiduría de Oriente Próximo y pensamientos y reflexiones sueltos. Una manera cortes de describirlo sería llamarlo posmodernista; una manera menos cortés seria llamarlo charla junto al fuego de un viejo aldeano palestino. Y así, fiel a tal modelo, permítaseme empezar con la anécdota número uno.