Cuando se produce un abuso sexual por parte de un clérigo, hay una invasión de la psique. Los supervivientes-víctimas del abuso ven avasallada por el perpetrador su identidad espiritual y emocional. El clérigo perpetrador puede utilizar la intimidación, la vergüenza, el aislamiento, el terror, la confianza o las Escrituras, entre otros muchos medios. Este dinamismo emocional y espiritual de los abusos sexuales de clérigos no es sólo interpersonal (entre las dos personas implicadas); también incluye dimensiones sociales que contribuyen a perpetuar esencialmente el efecto destructor del abuso.