La palabra “Dios” no hace aquí referencia a una formación religiosa determinada. Designa la realidad suprema a la que las formaciones religiosas aspiran a través de los mitos y las creencias, los ritos y las normas de comportamiento. Esta realidad se llama Dios, Alá, el absoluto, el nirvana, shûnyata, tao, Amma, Nzaambi, Puungu Magani, Ngül Mpwo, etc., según las tradiciones. Esta trascendencia se sitúa “hacia lo alto o el interior, en el espacio o el tiempo, como redención, iluminación o liberación” (H Küng). Conviene señalar que en el África negra, mi puesto de observación, lo que cuenta generalmente en las tradiciones religiosas no es el ser de la realidad suprema, sino, a falta de un término menos ambiguo, la “salvación”. Lo importante es ser liberado de las fuerzas del mal, estrechar los vínculos que unen a los miembros de la comunidad, encontrar la comunión con los antepasados.
