La relación entre la figura bíblica de Abel y los “pobres” necesita ser aclarada. Lo mismo debemos hacer, una vez más, con lo que se entiende por “pobres” en este inicio del siglo XXI. Pero antes es necesario hacer memoria de los últimos cincuenta años de relación entre la Iglesia y los pobres. Esa relación ha tenido diversos niveles: se perdió en casi todos y ahora parece que se mantiene en la difícil perplejidad: ¿cuál será el futuro de esa relación?