En 1989, en medio de opresión y represión, decía Ignacio Ellacuría: “lo que necesitamos no es democracia, sino derechos humanos”. Es decir, no lo que configura determinados ordenamientos políticos, sino lo que produce realidad de vida. Y la democracia no producía realidades de vida. Tampoco la de Estados Unidos, activamente responsable de lo que ocurría en El Salvador. Y criticaba la hipocresía: “Estados Unidos actúa con cierto grado de democracia dentro de sus fronteras, pero fuera de ellas, la democracia le tiene absolutamente sin cuidado”