No hay almohadón alguno en una tierra extraña y extranjera. Merece la pena que comencemos con el estudio de dos perícopas paralelas que no carecen de relación entre sí.Mateo sitúa este dicho en el contexto del ministerio en Galilea, aunque Jesús ya ha dado las espaldas al ámbito familiar para proclamar el reino. En Lucas se encuentra al comienzo del viaje a Jerusalén justo después de que Jesús “se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén” (Lc 9,51) y sufrir la muerte que le esperaba allí. En un estilo casi proto-heideggeriano, Jesús coloca decididamente su rostro como pedernal para la muerte (Sein-zum-Tode).