Antes que nada, es preciso revelar la idea clave que ha orientado este ensayo: la manera en la que Hélder Pessoa Câmara entendió y vivió, de forma progresiva, su humanidad, su fe y su munus episcopal, en la segunda mitad del siglo XX, es “ejemplar”. Por ello, es materia digna de reflexión para todos. No porque haya que imitarlo, o porque haya cometido errores –que los cometió, y además tomó conciencia de ellos y tuvo la humildad de confesarlos públicamente–, sino por la coherencia, creatividad y valentía con las que se enfrentó a los desafíos de su tiempo, como ser humano, hombre de Fe y pastor.