En Brasil y en Occidente, que por su puesto incluye a América Latina, las políticas orientales a la educación están impregnadas por teorías alienantes, como la pedagogía de los objetos, la psicología de las competencias y las expectativas de aprendizaje, en las que las metas educativas son atendidas como monedas de cambio que hacen seres humanos, niños, jóvenes estudiantes y profesores deshumanizados por prácticas gubernamentales y sistemas de evaluación antidemocráticos en sus principios.