La investigación neurocientífica de la moral ha recibido mucha atención desde los comienzos del nuevo siglo. Yo sostengo que se trata sobre todo de un fenómeno mediático: hábilmente se sugirió que la investigación del cerebro podía asumir el ámbito tradicionalmente reservado a la filosofía, la teología y la psicología de la moral mediante los descubrimientos genuinamente nuevos, científicamente respaldados, sobre el pensamiento, el sentimiento y la acción morales...