El cristianismo de los orígenes considera el ideal de la contemplación silenciosa como la cima de la espiritualidad (filosofía) y de la oración (meditación). El cristianismo es sensible a la interioridad del culto espiritual, pero en su celebración del misterio (eucaristía) habita necesariamente una "escena sonora" La invención de la teología musical cristiana (Agustín) abrirá el camino a nueva interpretación del nexo entre silencio interior y oración vocal (escucha y carácter responsorial de la fe). La reactivación de esta hermenéutica de la liturgia cristiana, entendida como "silencio performativo", es algo que le interesa a la era secular.