Solo el varón bautizado recibe la sagrada ordenación". Con esta inequívoca formulación del Canon 1024 del actual se encuentra una larga tradición, fundada en los padres de la Iglesia, los teólogos y los papas, desde Tertuliano pasando por Tomas de Aquino hasta llegar a juan Pablo II, que excluye el género femenino del ministerio ordenado sacramental.