En el modo como la iglesia incluyen, enfrentan o rechazan a las poblaciones gitanas (cerca de 12 millones de personas en Europa, con una dispersión heterogénea) se perfilan diversos modelos de evangelización y también formas eclesiales diversas. En la segunda mitad del siglo XX, en torno al Concilio, se desarrolla una forma de participación y de estima por la realidad gitana, con comunidades eclesiales capaces de expresar en su interior formas ministeriales amplias e inclusivas. Aun así, el desafío sigue abierto, porque la intolerancia y el racismo no han desaparecido ni mucho menos, y a menudo afectan también a las Iglesias.