Acostumbrados a que la sociedad mire y responsabilice a las familias o a los docentes de todo lo que incumbe a la infancia, la autora centra el debate en el espacio que media entre la casa y la escuela. Muchos de los conflictos que tienen niñas y niños proceden, precisamente, de la falta de referencias externas a la familia, del aislamiento al que están sometidos y de la inhibición del conjunto social, y del vecindario en particular, en su educación y cuidado. Los proyectos de camino escolar son una vía para recuperar ese territorio ahora vedado y crear comunidad.