Unos de los rasgos distintivos de la especie humana (sapiens-demens) es el juego. Por eso, el tiempo que se llama homo faber, que trabaja y manipula herramientas, se le etiqueta como ludens, que juega. Hegel decía que el trabajo es deseo inhibido. El juego está más cerca del deseo y del principio del placer que del trabajo dominado por el principio de realidad.