En el estado actual de nuestros conocimientos, podemos pensar que el así llamado TDAH es un síndrome o agrupación de comportamientos del niño –o del adulto– medicalizadamente sesgado. El resultado es que se tiende a ver ese conjunto de comportamientos no como una forma de relación sino como una enfermedad y, por tanto, como una entidad nosográfica que debe tratarse fundamentalmente con fármacos.