En el presente artículo se esbozan algunos análisis sobre el papel que desempeñan los profesionales, bajo las directrices de la normalidad, respecto a los lenguajes y discursos de los colectivos más subordinados. Además, se apuntan a algunas líneas para hacer de las escuelas espacios en los que se acompañen las diferencias, se devuelvan los lenguajes y se generen alianzas resistentes que doten de sentido educativo y social a la institución.