El presente artículo narra de manera simple una visión del ser maestro de matemáticas, desde una anécdota de clase que se convirtió en un ejercicio de trabajo comunitario en un barrio de la localidad de Ciudad Bolívar en la ciudad de Bogotá. Más que un proyecto aplicado, el artículo señala la reflexión ante una situación que pone la clase de matemáticas y su aplicabilidad entre la exigencia académica y la necesidad social. Así mismo, plantea, como invitación, pensarnos en tanto maestros de individuos formados para las colectividades, desde la reflexión sobre la necesidad de transformar las maneras de concebir lo humano en este mundo.