La educación intercultural emerge como una demanda coyuntural en las ciudades actuales, a expensas del aumento de organizaciones, familias y personas de origen étnico; sumando a ello las búsquedas identitarias de habitantes en las urbes han encontrado en las neo-etnicidades un nicho estratégico. En Colombia se vinieron dando condiciones políticas favorables para estas emergencias, que se manifiestan en Bogotá como una propuesta de enfoques inéditos para la educación urbana: un reto de interculturalidades complejo que no escapa de los lastres heredados de tiempos coloniales.