Recorrer ahora el territorio dejado por Bram Stoker y su novela Drácula -a cien años de su primera edición- resulta sin duda caminar por las alucinantes fronteras del mundo delirante del vampiro como el hijo consentido de la nocturnidad y de las sombras. Aunque el terreno abonado es significativo, convocamos aquí un breve merodeo en relación con el tema en la literarura y su cuota de realidad; agregamos como postre un grupo de poemas y la conseja para prevenir la visita del vampiro.