La violencia en la escuela no puede reducirse a asuntos como el “matoneo”, las pandillas juveniles o las agresiones físicas. Estas solo son expresiones difusas de asuntos mayores. Toda violencia tiene origen en intrincados mecanismos de expropiación y saqueo, de tiempo, territorio, trabajo y corporeidad, que alteran las subjetividades y las prácticas sociales.