Digamos que el objeto que resulta de rellenar una esfera es una bola. Por increíble que parezca, es posible dividir una bola en cinco pedazos y reensamblar los pedazos de manera que nos queden dos bolas, cada una del mismo tamaño que la bola original. Al reensamblar los pedazos es necesario modificar su orientación y ubicación. Lo sorprendente es que no es necesario modificar su forma, o su tamaño.