El presente artículo presenta la hipótesis de una relación dialogada y fecunda entre la filosofía y la teología, ante la situación de cierto descrédito de la tradición del pensamiento cristiano operado por cierto pensamiento postmoderno antihumanista. Se trata de mostrar como la teología ha actuado como ‘magistra` de la filosofía en el sentido socrático: ayudando de forma mayéutica al alma del filósofo. Esta realidad histórico-doctrinal se puede rastrear en no pocos tópicos de la filosofía a través de su historia, que tienen como interlocutor las realidades nacidas de la Revolución como la teología de la creación, la teología sacramental o el dogma de la Encarnación. En concreto se presenta como ejemplo la aportación que la teología ha hecho a la filosofía a partir de la reflexión sobre la “naturaleza” en el siglo XII.