Conciben el aula como un ecosistema, esto es, como una comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales se interrelacionan. Así que se proponen regular la organización y el funcionamiento de la clase y participan en unas elecciones para asumir las distintas funciones y tareas, desde borrar la pizarra o regar las plantas hasta mediar en los conflictos y actuar como portavoces del grupo. Son artífices de las circunstancias en las que viven.