El uso de las máscaras en las diferentes culturas está relacionado como rito o experiencia espiritual, como ocurre en algunos ritos funerarios, u ocultar el rostro para personificar a otros, como ocurre en el teatro griego. La máscara permite al ser humano encubrir su propio yo, asumir características de otros y facilitar la disonancia cognoscitiva. En la vida cotidiana, en el proceso de implementación de pautas de crianza, los padres moldean a los hijos de conformidad con patrones, estereotipos culturales, coartando el desarrollo del yo. De esta forma adquirimos personalidades e identidades, rasgos que no reconocemos como propios, y hasta olvidamos su significado. Éste es el proceso de socialización, en el cual prima el deseo de aprobación y se valida el fenómeno de las máscaras.