La performatividad es uno de los elementos clave en lo que hoy llamamos liturgias queer como actos de subversión incluyente en los espacios sagrados donde se ha excluido a las personas por su orientación sexual, color de piel y condición económica. Es pertinente colocar el re-sentimiento como una actitud contra-ideológica anti-sistémica, anti-racista, anti-sexista y anti-elitista. Resulta necesaria la incorporación político-religiosa de la erótica en la liturgia para liberarla, pues este espacio ha sido cooptado por el discurso hegemónico dominante de poder o de terror a la diversidad de razas, sexualidades, cuerpos, culturas y epistemologías «extrañas» para el mundo que habita una matriz de corte heteronormativo en el ámbito de la teología cristiana.