Para Guillermo Hoyos Vásquez En la crisis de los Estados y de las comunidades nacionales [¿] es preciso reconocer que la ciudanía ya no es, como en los orígenes del Estado moderno, un factor de inclusión e igualdad. Por el contrario, cabe constatar que la ciudadanía de nuestros ricos países representa el último privilegio de status, el último factor de exclusión y discriminación, el último residuo premoderno de la desigualdad personal en contrapasión a la proclamada universalidad e igualdad de los derechos fundamentales.