El artículo trata sobre la controvertida figura del primer indio llevado a los altares de la Iglesia Católica por Juan Pablo II, Juan Diego, que constituye una parte esencial de lo que denominamos como fenómeno guadalupano. La controversia principal tiene que ver con dudas acerca de la existencia real de Juan Diego y de los acontecimientos que supuestamente tuvieron lugar cerca de la ciudad de México en diciembre de 1531. La cuestión principal de este artículo es una hipótesis relacionada con la así denominada lectura "objetividad" de las fuentes, vista como una lectura incompleta, llena de errores del presentismo. Proponemos una lectura distinta del silencio que aparentemente está acompañando por más de 100 años el supuesto milagro de apariciones. En otras palabras, pretendemos procurar una contraposición de aquellas fuentes, tradicionalmente consideradas como prueba de tal "silencio", como fuentes que reflejan una realidad distinta que se les asigna. Hipotéticamente suponemos que ese silencio forma una parte de una fuente muy elocuente, directamente relacionada con muy particulares circunstancias, propias de los primeros diez años del poder español en la Nueva España.
