Se ha escrito mucho sobre la maravilla del resurgimiento alemán. Ha sido la epopeya de un pueblo, resucitado nuevo de sus cenizas. El mundo ha admirado el tesón de una raza, que ha hecho frente a su desgracia, ha confesado sus culpas públicamente, reconociendo las atrocidades de los tiempos nazis, todavía recientes, y ha querido dar al mundo un ejemplo de laboriosidad y una garantía de confianza. Se ha escrito mucho sobre Alemania. Es verdad. Los diversos viajeros, según su propia especialización, se han fijado en un aspecto de este resurgir. Se ha hablado sobre la pujanza técnica, la maravilla económica que ha puesto a esta nación en un lugar privilegiado en cuanto a finanzas; el renacimiento de la vida intelectual en las universidades y en las publicaciones científicas; el resurgir moral y religioso.
