El artículo analiza la lucha por la historia y la memoria histórica que se ha desencadenado en Venezuela entre el gobierno de Hugo Chávez y un grupo de historiadores que hacen parte de la Academia Nacional de Historia. Partiendo de los planteamientos de Benedict Anderson y de Paul Ricoeur se sostiene que el intento del gobierno de apoyar la reescritura de la historia tiene como objetivo la construcción de una nueva idea de nación, tras el quiebre que se produjo en el relato imperante desde los años 30 como producto del Caracazo en 1989. Desde la perspectiva del filósofo francés se evalúa también la representancia (réprésentance) de las narraciones históricas del chavismo para concluir que, aunque el discurso histórico y el discurso nacionalista tienen un formato similar, este último no se basa en una crítica de la forma como se produce el conocimiento histórico ni en la pretensión de recoger varias memorias para construir la historia. Por esto la relación entre el discurso nacionalista y su lector no se funda en el "pacto de verdad" que existe entre el texto de historia y su lector.