Esta contribución explora críticamente, a la luz de la teología cristiana, la peculiar interpretación que hace de la figura de Cristo y su relación con el ser humano y el filósofo François Laruelle (1937). En un primer momento, nos acercamos al modo en que la cristología de Laruelle desafía la comunidad entre el relato apostólico y la inteligencia creyente acerca de la unidad entre el Misterio de Dios y el Acontecimiento de Jesucristo. Pues, según el autor, Cristo no sólo ha elevado la libertad humana más allá de la esencia y la existencia de un absoluto (y, por tanto, de los axiomas fundantes de la Filosofía que requieren una determinación previa de lo determinado); sino que Cristo exhibe lo absoluto en su existencia finita como plenamente presente. En un segundo momento, y aunque sea de manera breve, trazaremos la fisonomía teológico-antropológica del Misterio de la Encarnación mediante una indagación en su sentido soteriológico. Para ello resulta preciosa la primera teología cristiana formal: la teología de los Padres. Con ello pretendemos apuntar al modo en que la fe cristiana contribuye al esclarecimiento de la singular cualidad sobre-natural que define la naturaleza humana en su connaturalidad divina: posibilidad de ser siempre más y mejores en el mundo.
