La inspección acarrea ante la comunidad educativa cierta mala imagen, fruto en parte de su función controladora. Sin embargo, tras el control se esconde la garantía del cumplimiento de la legislación vigente, el seguimiento de los resultados de las instituciones y la mejora de la calidad educativa. Siempre que se ejerza con flexibilidad, objetividad, oportunidad y eficacia.