El trabajo de este grupo cualificado de profesionales es desconocido por la mayoría de los docentes. Frente a ello, el autor aboga por un cuerpo profesionalizado que salga del despecho y visita los centros. El prestigio del colectivo se medirá por lealtad institucional, madurez emocional y talente democrático. Pero la formación es crucial, porque solo ella puede garantizar el cumplimiento de las tres funciones clásicas de la inspección: control, evaluación y asesoramiento.