La autora propone una serie de cambios que tiene como objetivo que la Educación Plástica y Visual adquiera la relevancia que le corresponde durante la etapa de Secundaria. Los docentes deben situar la experimentación en el epicentro de la asignatura, relegando las prácticas repetitivas y desterrando la obligación de entregar trabajos para aprobar. El principal freno para el crecimiento de la creatividad es creer que no puede ser fomentada y aprendida.