El equipo directivo debe ser un agente de impulso y coordinación de toda la comunidad educativa. Igual que las feromonas de la manzana tiene un efecto beneficioso sobre otras frutas y las ayuda a madurar, la dirección de un centro debe ser la fuerza silenciosa que consiga que su equipo crezca. El autor reflexiona sobre la esencia de la función directiva y el sentido profundo de las actividades propias de este cargo.