Han trascurrido ya varias décadas desde que la alternativa conocida como terapia del comportamiento se sumó a arsenal de técnicas psicoterapéuticas y causó una revolución en psicología (Skinner y Lindsey, 1954; Wolpe, 1958; Eysenck, 1960). Fue un cambio profiundo en la conceptualización de las llamdas enfermedades mentales, en los principios en los cuales se fundamenta la terpia, y en general en las implicaciones sociales de las mismas.