La huella que dejo el maestro Antoni Benaiges, en la escuela de un pequeño pueblo burgalés a principios de los años treinta del siglo pasado, no se ha borrado. Fue uno de los pioneros en introducir las ideas del pedagogo Freinet en la España republicana, y los innovadores cuadernos creados por sus alumnos traspasaron fronteras. Fusilado por los fascistas en julio de 1936, sus restos mortales fueron recuperados de una fosa común en el 2010.